Durante la London Climate Action Week, un tema que se repitió en muchas de las conversaciones que tuve fue la incertidumbre. Varias instituciones financieras expresaron sentirse abrumadas por la rápida evolución de las exigencias regulatorias a las que están sujetas, lo que ha dejado a muchas sin claridad sobre cómo avanzar.

Tras haber asesorado a muchas organizaciones en este tema, y quizá también como una forma de darme calma en un entorno tan impredecible, siempre transmití el mismo mensaje de tranquilidad: si tu organización cuenta con una comprensión sólida de sus riesgos climáticos, estará mucho mejor preparada no solo para cumplir con los requisitos actuales, sino también para adaptarse a los cambios que vengan. La clave está en tener bien establecidos los fundamentos.
¿Qué hay detrás de la reciente incertidumbre?
Lo que antes era una guía voluntaria ahora se está integrando rápidamente en los marcos de reporte financiero y corporativo. Un ejemplo es la Prudential Regulation Authority (PRA). Su Declaración de Supervisión de 2019 (SS3/19) fue un llamado de atención para que bancos y aseguradoras comenzaran a incorporar los riesgos climáticos en su gobernanza, estrategia y gestión de riesgos, con un enfoque principalmente en generar conciencia y establecer expectativas para que las instituciones financieras empezaran a desarrollar las capacidades necesarias.
La consulta más reciente de la PRA, la CP10/25, marca, sin embargo, un cambio claro: pasar de generar conciencia a exigir una integración obligatoria. Ahora, el riesgo climático debe tratarse al mismo nivel que los riesgos financieros, como el de crédito o el de mercado, integrándose por completo en la gobernanza, el apetito de riesgo, los controles internos y los marcos de capital. Esto implica una transición de expectativas cualitativas basadas en divulgación a una gestión cuantitativa basada en el riesgo, con implicaciones directas para los balances, la solvencia y la suficiencia de capital.
Las evaluaciones sólidas de riesgo climático deben ayudar a identificar y gestionar un espectro de riesgos y oportunidades relacionados con el clima que podrían afectar carteras, préstamos, solvencia, liquidez y asignación de capital. Aunque los requisitos regulatorios varían, el objetivo central de la gestión de riesgos climáticos sigue siendo el mismo: proteger la calidad de los activos y fortalecer la resiliencia financiera a largo plazo. Cuando se realizan de manera efectiva, las evaluaciones de riesgo climático van más allá de cumplir con una casilla de requisitos; se alinean de forma natural con las expectativas regulatorias. Los conocimientos obtenidos respaldan directamente las obligaciones de reporte, ya que comparten el mismo propósito: comprender, gestionar y mitigar los riesgos financieros materiales.
De esta manera, las evaluaciones de riesgo climático se convierten en una herramienta esencial que trasciende el cumplimiento normativo. Pueden integrarse en las decisiones de crédito, inversión y gestión de carteras, preservando así el valor para los accionistas y fortaleciendo la confianza del mercado en una economía en rápida transición.
Entonces, ¿qué significa esto para los profesionales del sector financiero? En este entorno dinámico, las organizaciones más inteligentes son aquellas que se enfocan en tres principios clave:
- Mantente informado, pero no te obsesiones con la regulación: comprende el panorama regulatorio en evolución, desde el endurecimiento de los requisitos de la PRA hasta los estándares internacionales de divulgación, pero evita perderte en la persecución de plantillas de cumplimiento. El enfoque debe estar en el fondo más que en la forma, reconociendo que una sólida gestión de riesgos climáticos se alinea de manera natural con las exigencias regulatorias.
- Desarrolla evaluaciones de riesgo climático que impulsen la toma de decisiones: independientemente de la metodología o las limitaciones de datos, tu evaluación de riesgos climáticos debe ser práctica y útil. Debe informar la gobernanza, dar forma a la estrategia, guiar la gestión de carteras y respaldar la gestión de riesgos del día a día, sin quedar aislada. Tener bien establecidos los fundamentos permite a las instituciones navegar la incertidumbre manteniendo su resiliencia operativa.
- Conecta los riesgos climáticos con métricas financieras clave: las evaluaciones de riesgo climático más efectivas traducen el conocimiento climático en impactos financieros, particularmente en el riesgo crediticio, la liquidez, la solvencia, la suficiencia de capital y la rentabilidad. Las instituciones financieras deben enfocarse en integrar las consideraciones climáticas directamente en los marcos de riesgo existentes, las pruebas de estrés y la planificación de capital. Esto cierra la brecha entre los discursos de sostenibilidad y la toma de decisiones financieras concretas.
Las regulaciones pueden cambiar en el futuro, pero tu nivel de preparación no tiene por qué hacerlo. Ya sea que la PRA ajuste sus expectativas o que el UK SRS introduzca nuevos requisitos, una evaluación sólida de riesgos climáticos seguirá siendo tu mejor herramienta de protección. Ponte en contacto para evaluar tu resiliencia.