Hacia una recuperación con cero emisiones netas: Un plan de estímulo

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A medida que las economías de todo el mundo se enfrentan a recesiones económicas sin precedentes por los confinamientos para contener la propagación del coronavirus, un creciente coro de voces está pidiendo a los Gobiernos que respondan con una inyección de inversiones que marque una nueva era, que no solo reinicie la economía sino que también la transforme para responder a la otra gran crisis de nuestro tiempo: el cambio climático. 

Sorprende observar que las que lo solicitan son las voces cantantes del sector privado, desde la Confederación de la Industria Británica en el Reino Unido hasta las páginas editoriales del periódico The Economist, y no los protagonistas habituales del movimiento medioambiental. 
Lo que es más importante, estamos comenzando a observar compromisos significativos para emprender un estímulo favorable al clima, como por ejemplo el plan de recuperación verde de 1 billón de euros de la Comisión Europea, además de indicios de las empresas de que piensan que los Gobiernos responderán y cumplirán tales planes. Por ejemplo, BP anunció recientemente que revisará el valor de sus activos a la baja en hasta 13 800 millones de libras esterlinas, porque explica que hay «una creciente expectativa de que las consecuencias de la pandemia acelerarán el ritmo de transición hacia una economía y un sistema de energías con menos emisiones de carbono, al tiempo que los países buscan "reconstruirse mejor"». 

En favor de una recuperación con cero emisiones netas

Es difícil que pase una semana sin que se publique un nuevo estudio demostrando el valor de este tipo de abordaje. McKinsey, por ejemplo, ha realizado un análisis de un país europeo en el que se muestra cómo una cartera de estímulo de bajas emisiones de carbono que moviliza entre 75 000 y 150 000 millones de euros de capital puede producir de uno a tres millones de puestos de trabajo y crear un valor añadido bruto (VAB) para la economía de entre 180 000 y 350 000 millones de euros, mientras reduce las emisiones de dióxido de carbono en entre 15 y 20 % para el año 2030. 1

Entretanto, economistas destacados, incluidos Nick Stern y Joseph Stiglitz, de las universidades de Oxford, LSE, Cambridge y Columbia, han publicado un trabajo que destaca una comparación de los proyectos de infraestructuras de energía limpia que requieren gran mano de obra con los de combustibles fósiles. Mencionan modelos que muestran que cada millón de dólares estadounidenses gastados genera 7,5 puestos de trabajo a tiempo completo en infraestructuras renovables y 7,7 en eficiencia energética pero tan solo 2,6 puestos de trabajo a tiempo completo en combustibles fósiles. 2

Los fundamentos a favor de una recuperación con cero emisiones netas son contundentes, y es el momento perfecto. 

Hasta ahora, los Gobiernos se han comprometido a destinar más de 10 billones de dólares estadounidenses a medidas de estímulo económico en todo el mundo. Mientras deciden cómo estructurar su respuesta, la atención debe centrarse con urgencia en cómo asegurar que este nivel sin precedentes de inversión nos ponga en marcha hacia una recuperación con cero emisiones netas y que las cosas no sigan como siempre, con una recuperación con alto nivel de emisiones, expuesta a riesgos climáticos. 

Un marco de trabajo para los responsables de las decisiones

Como mínimo, los responsables de las decisiones del Gobierno necesitan la orientación de un marco de trabajo sencillo, que priorice las medidas de estímulo basándose en los siguientes criterios fundamentales: 

  • Beneficio económico: ¿cuántos puestos de trabajo creará la medida por cada dólar invertido? y ¿cuál será el valor económico generado (medido en términos de valor añadido bruto)?
  • Beneficio climático: ¿cuántas toneladas de emisiones de gases con efecto invernadero evitará o eliminará la medida por cada dólar invertido? ¿Se trata de una medida crítica para la transición hacia cero emisiones netas?
  • Beneficios complementarios: ¿la medida aporta algún beneficio público adicional, por ejemplo, para la salud pública, el acceso a energías, o la reducción de la inequidad social en cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Sustainable Development Goals)?
  • Deficiencia del mercado: ¿la medida aborda barreras que sería mejor que el Gobierno tratara? 

Al priorizar medidas de estímulo, los Gobiernos también deberían considerar los calendarios de actividades, la viabilidad y las poblaciones prioritarias. 

Con respecto a los calendarios de actividades, deberían conseguir el equilibrio óptimo entre:

  • las intervenciones que generarán impacto a corto plazo –creando puestos de trabajo, reduciendo emisiones y ofreciendo otros beneficios complementarios, por ejemplo, de uno a tres años; y
  • las intervenciones que pueden tardar más en producir un impacto pero que sustentarán puestos de trabajo durante más tiempo, aportarán bienes productivos para el futuro y reducirán el coste de la transición hacia cero emisiones netas. 

La viabilidad es un factor estrechamente relacionado. En parte esto se relaciona con buscar proyectos «de acción inmediata» o iniciativas existentes que puedan ampliarse fácilmente y con rapidez. Pero también se refiere a ser proactivos para asegurar que existan condiciones propicias para que las empresas actúen y la inversión privada fluya. La recuperación económica no será fácil a menos que las empresas puedan acceder fácilmente a financiación y tengan posibilidades de aumentar su resiliencia.

Dar prioridad a los sectores adecuados 

Cada localidad tiene sus propias condiciones específicas y los Gobiernos que adoptan este abordaje llegarán a sus propias conclusiones específicas. Sin embargo, están surgiendo indicios inequívocos de cuáles son los sectores, programas y políticas que tienen más probabilidades de cumplir varios de los criterios enumerados anteriormente y que, por lo tanto, deberían ser prioritarios en el diseño de los paquetes económicos. 

Eficiencia energética

El sector que probablemente ocupa el primer lugar respecto a todos los criterios mencionados es el de la eficiencia energética. El potencial climático y de creación de empleo de la eficiencia energética está bien documentado, pero lo que verdaderamente caracteriza su atractivo es que acarrea una acción rápida y es altamente viable, especialmente cuando se implementa a través de los programas existentes que se pueden ampliar. También puede aportar importantes beneficios complementarios cuando se aplica, por ejemplo, a los hogares de menores ingresos, como por ejemplo mediante la reducción de las desigualdades sociales y sanitarias a través de menores costes de electricidad y hogares con más calefacción en invierno. 

La eficiencia energética asimismo es una buena opción que priorizar porque facilita el resto del sistema energético: reducir la demanda optimiza o reduce la cantidad de generación necesaria y amortigua los picos de demanda. También aumenta la compatibilidad del parque de viviendas con bombas de calor o redes de calefacción, que son críticas para los esfuerzos por descarbonizar la calefacción, sin la cual no alcanzaremos las cero emisiones netas.

Aunque todavía queda un amplio margen para mejorar la eficiencia energética residencial, muchas veces se pasa por alto el sector no doméstico en lo que respecta a la eficiencia energética a pesar de que representa cerca del 35 % del uso de energía en las economías desarrolladas3 y proporciona un mayor ahorro de CO2/dinero invertido que la eficiencia energética doméstica. Es probable que la COVID-19 impulse un gran número de obras de renovación y reacondicionamiento de oficinas, ofreciendo una valiosa oportunidad para mejorar la eficiencia energética. Mientras tanto, los Gobiernos pueden predicar con el ejemplo en sus propios edificios del sector público.

Energías renovables 

El despliegue de energías renovables para producir energía y calor debería ser otra prioridad en el plan de recuperación hacia cero emisiones netas. La energía renovable genera más puestos de trabajo a corto plazo cuando escasea el trabajo en medio de una recesión, promoviendo el gasto y aumentando los multiplicadores del PIB a corto plazo.2 

Las energías renovables también aportan importantes beneficios complementarios: desde una menor contaminación del aire (especialmente donde el carbón sigue desempeñando un papel significativo en la generación de energía) hasta una mayor electrificación rural para los que viven sin acceso a la red eléctrica. 

Las tecnologías prioritarias dependerán del potencial en cada país en concreto y de los obstáculos que todavía deben abordarse. En muchas economías en desarrollo, incluidas algunas de las más grandes como la India, México y Sudáfrica, la energía eólica en tierra y la energía solar fotovoltaica aún tienen un vasto potencial sin aprovechar, que podría utilizarse a través de mecanismos y incentivos de políticas de probada eficacia.

Para economías como el Reino Unido, puede ser tentador considerar que los recientes precios bajos de la energía eólica marina indican que los Gobiernos deberían centrarse en otras tecnologías de generación. No obstante, hay argumentos de peso para que el Gobierno redoble en su lugar su apoyo a la energía eólica marina y aborde los obstáculos pendientes para alcanzar su potencial de generación de 40 GW para el año 2030 en el Reino Unido, además de aprovechar su potencial de exportación. 

La energía eólica marina ha sido todo un éxito para el Reino Unido e indica lo que se puede lograr a través de una combinación de apoyo gubernamental y acción industrial, sin embargo, puede lograrse mucho más con apoyo adicional.

Para muchas economías, la descarbonización de la calefacción también es vital para llegar a cero emisiones netas. En este caso, se deben tomar nuevamente decisiones importantes para poder maximizar el valor económico. El hidrógeno podría ser una tecnología clave a largo plazo, pero para una acción precoz y una creación de empleo rápida, los Gobiernos podrían centrar su atención en tecnologías más establecidas, tales como las redes de calefacción y las bombas de calor, a través de los programas existentes. 

Programas de movilidad sostenible y capital natural

Otros dos sectores destacan por su potencial para producir resultados económicos y climáticos rápidos, además de valiosos beneficios complementarios. Se podrían crear rápidamente opciones de movilidad más sostenibles, especialmente a partir de nuevas redes de carriles bici urbanos y medidas para aumentar la fabricación y venta de vehículos electrónicos. También podría aportar enormes beneficios adicionales en cuanto a la reducción de la contaminación del aire y de las enfermedades respiratorias en áreas urbanas con alta densidad de población. 

De manera similar, la inversión en el fomento de nuestro capital natural –incluyendo la forestación de nuevas zonas, la expansión de los parques existentes e iniciativas para mejorar los ecosistemas rurales– podría funcionar rápidamente porque no requeriría una formación extensa de mano de obra ni la aprobación de planes con demasiadas complicaciones. También ofrecería beneficios complementarios significativos en cuanto a mayores espacios verdes para el ocio y la vida silvestre. 

Redes eléctricas inteligencias y eliminación de gases de efecto invernadero

Aunque comprensiblemente los Gobiernos desearán canalizar la mayor parte de las inversiones de estímulo hacia sectores que tendrán un impacto a corto plazo, también deberían invertir en sectores que tardarán más en crear puestos de trabajo y reducir las emisiones, pero que son esenciales para llegar eficazmente a cero emisiones netas.

Esto incluye la inversión en infraestructura esencial de energías limpias, tales como la modernización de la red eléctrica y el almacenamiento de la energía. Pero también debería incluir el desarrollo y la demostración de tecnologías claves, especialmente las que se relacionan con la eliminación de los gases de efecto invernadero, incluyendo el hidrógeno, la bioenergía con captura y el almacenamiento de dióxido de carbono y potencialmente la captura directa de dióxido de carbono del aire.

Las intervenciones adecuadas

El primer lugar que deberían examinar los Gobiernos con miras a lograr un impacto rápido son los programas e iniciativas existentes, para expandirlos, reproducirlos y reconvertirlos para generar puestos de trabajo y prosperidad económica. Para lograr el máximo grado de eficiencia e impacto, la clave consiste en diseñar una vez y aplicar muchas veces: experimentar, hacer pruebas piloto, aprender, refinar y desplegar. 

Podría parecer obvio, pero los 20 años de experiencia de Carbon Trust en la implementación de programas globales en nombre de corporaciones y Gobiernos sugieren que la implementación efectiva necesita ser dinámica, adaptándose constantemente a los mercados y contextos cambiantes. En la práctica, esta necesidad puede constituir un reto, especialmente cuando el éxito depende de la colaboración entre el sector público y el privado. 

También es crucial el diseño de apoyo financiero para una recuperación con cero emisiones netas. Los Gobiernos deberían considerar todas las opciones posibles, incluyendo: 

  • subsidios y exenciones fiscales (p. ej., para la compra de vehículos eléctricos o programas de desguace); 
  • inversión directa (p. ej., a través de la adquisición de valores en compañías tecnológicas o de infraestructura); 
  • préstamos con intereses bajos para empresas y hogares (p. ej., para la instalación de equipos con eficiencia energética con amortización rápida) y
  • subvenciones (p. ej., para el desarrollo y la demostración de tecnologías claves y para la formación y el desarrollo de habilidades). 

A pesar de ello, en última instancia, la inversión pública nunca será suficiente para financiar la escala de la transición hacia cero emisiones netas, por lo que es esencial tomar medidas para aprovechar la inversión del sector privado. Es el momento de que los Gobiernos adopten medidas hacia unas finanzas «verdes», incorporando factores climáticos y medioambientales en normativas y marcos financieros fundamentales. 

Un primer paso consiste en obligar a las empresas a divulgar a los inversores sus oportunidades y riesgos financieros en relación con el clima. De este modo se aceleraría la alineación de las inversiones con las aspiraciones de lograr emisiones netas iguales a cero y se colocaría a los sectores industriales, ciudades y regiones que toman la iniciativa a la vanguardia de las finanzas verdes del mundo. 

Los Gobiernos también tienen una oportunidad única para readaptar los incentivos financieros para el sector privado aprovechando el bajo coste sin precedentes de los combustibles fósiles para eliminar progresivamente su subvención e introducir, o aumentar, el precio de las emisiones de carbono, ya sea a través de impuestos al carbono o programas de limitación e intercambio. Si se lleva a cabo correctamente, también podría proporcionar a los gobiernos una muy necesaria fuente de ingresos para invertir en acelerar los progresos hacia cero emisiones netas, o para pagar el incremento del préstamo y compensar la reducción de ingresos del impuesto a las actividades comerciales y el impuesto a la renta. 

Medidas que impulsen la acción

Lograr una recuperación con cero emisiones netas no depende exclusivamente de la financiación. También será esencial acelerar los cambios a la normativa para crear los incentivos o presiones convenientes para que las empresas y consumidores actúen. Entre los ejemplos de los cambios normativos necesarios se incluyen normas mínimas de eficiencia energética para las propiedades en el punto de venta, objetivos de cero emisiones de carbono para edificios nuevos, zonas de aire limpio en las ciudades mediante la restricción de la circulación de vehículos más contaminantes y adelantar la fecha de introducción de la prohibición de venta de coches diésel y de gasolina nuevos. Todas estas medidas también reducirían el riesgo de las inversiones y, en consecuencia, el coste de los estímulos.

También es crucial introducir cambios en la planificación para que sea posible que las empresas y otras personas actúen. Llegar a cero emisiones netas requiere un despliegue a un ritmo sin precedentes de nueva infraestructura en las energías, el transporte, los edificios y la industria. Los procesos de planificación de la mayor parte de países no están diseñados para esto. La generación de energía eólica marina y la infraestructura asociada de la red eléctrica/almacenamiento son un ejemplo en el que la optimización del proceso de consentimiento para la industria es un factor crítico.

Por último, los gobiernos también deberían tomar medidas para apoyar a los negocios para que sean más resilientes frente a los principales fenómenos que se han acelerado durante la pandemia, sobre todo, el cambio hacia la digitalización y la mayor vulnerabilidad de las cadenas de suministro mundiales. 

Los Gobiernos pueden contribuir proporcionando más apoyo para la expansión de la conectividad de banda ancha e introduciendo incentivos que promuevan cadenas de suministro más locales en el contexto de una economía más circular. Estas medidas aportarían el beneficio complementario de reducir significativamente las emisiones asociadas al transporte. A tal fin, incluso puede ser el momento de considerar seriamente la opción radical, discutida desde hace mucho tiempo, de introducir aranceles fronterizos basados en la huella de carbono. 

Empleo, prosperidad y clima

Se está produciendo un cambio sin precedentes en el posicionamiento relativo del Gobierno y las empresas. Al combinarse con los bajos costes récord de los préstamos de los gobiernos, este cambio proporciona una oportunidad incomparable para readaptar la economía –de una escala aún mayor que el programa de recuperación impulsado por los EE. UU. que reconstruyó las economías europeas destrozadas por las guerras– para asegurarse de que pueda resistir los rigores del clima en el futuro.

Dentro de la tragedia de la pandemia del coronavirus, se puede construir un mundo mejor si los Gobiernos actúan ahora y siguen la evidencia de lo que funciona –no solo para el empleo y la economía, sino también para el clima.
 
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1.   ‘How a post-pandemic stimulus can both create jobs and help the climate’, McKinsey, mayo de 2020
2.  ‘Will COVID-19 fiscal recovery packages accelerate or retard progress on climate change?’, Cameron Hepburn, Brian O’Callaghan, Nicholas Stern, Joseph Stiglitz y Dimitri Zenghelis, mayo de 2020
3. IEA, Energy Transitions Indicators, Share of total final consumption (TFC) by sector, OECD Total 1990-2017